Se dice que el mes de octubre es el más difícil para los
mercados financieros.
Y esto porque un 24 de octubre se registró en la Bolsa de
Valores de Nueva York el llamado “jueves negro” de 1929 que más tarde que se
convertiría en la Gran Depresión.
Luego en 1973, se experimenta la primera gran crisis del
petróleo. La Organización de Países Exportadores de Petróleo (OPEP) decide
cortar el suministró a Estados Unidos y países europeos.
Los precios del petróleo se incrementan y el mundo vive
momentos de alta inflación y bajo crecimiento.
Nuevamente en octubre de 1987 los mercados accionarios viven
un “lunes negro” en todo el mundo.
En ese día, el promedio industrial Dow Jones, el principal
índice bursátil de la plaza de Nueva York se desploma 22.6 por ciento.
Por esa razón, siempre los portafolios de inversión son muy
sensibles al mes de octubre.
Pero creo que eso ha quedado atrás porque en los últimos años
la constante en todos los meses es la volatilidad e incertidumbre. (Gráfica
No.1)
Si octubre tiene sus fechas de episodios negros, el mes de
septiembre que comenzamos de manera formal el día de hoy también tiene las
suyas.
Recuerde que un 11 de septiembre de 2001, los ataques
terroristas cambiaron el mundo e inicio la llamada guerra contra el terrorismo.
También un 18 de septiembre de 2007, la Reserva Federal, el
banco central más influyente en los mercados, inició su política monetaria expansiva con el
objetivo de contrarrestar los efectos de la mayor crisis económica desde la
Gran Depresión de 1930.
Y recuerde también que un 14 de septiembre de 2008, Lehman
Brothers, el cuarto banco de inversión de Estados Unidos cimbro a Wall Street y
a todo el mundo al declararse en bancarrota.
Iniciamos septiembre y la agenda que tiene el noveno mes del
año está por demás interesante.
Tanto a nivel interno como externo habrá eventos que serán
seguidos muy de cerca por los portafolios de inversión.
Empecemos por los internos.
Viene la reforma fiscal
Lo hemos dicho en este espacio desde hace algún tiempo: A
nadie le gusta pagar más impuestos.
Y menos en momentos, donde los abusos sobre el manejo de los
recursos públicos son más que evidentes.
Ese es el reto que se tiene por delante. La rendición de
cuentas y transparentar el uso del dinero público tiene que ser una meta
inmediata.
Además de tener ese objetivo, el gobierno federal debe
utilizar mejor los recursos.
Hay que privilegiar el gasto de inversión, aquel que se
destina a infraestructura y detona el empleo por encima del gasto corriente que
sólo genera más burocracia y hace más ineficaz las tareas del gobierno federal.
La administración del presidente Enrique Peña Nieto está a
unos días de entregar al Congreso su
iniciativa de reforma fiscal y el Paquete Económico de 2014.
Se dice que el principal objetivo de la reforma fiscal es
otorgarle al Estado mexicano una mayor capacidad financiera para que este
cumpla con sus obligaciones.
Según la Organización de Cooperación y Desarrollo Económico
(OCDE), en México, los ingresos captados
vía impuestos representan el 18.1% del Producto Interno Bruto (PIB), lo que
ubica al país en el último lugar entre todos los miembros de la OCDE.
No sólo México recauda mal dice la OCDE, sino también deja de
captar importantes ingresos por la distorsiones que existen en su régimen
fiscal.
Y para ejemplo le comparto la cifra que contiene el
Presupuesto de Gastos Fiscales para 2013, un documento que detalla los montos
que el erario federal deja de recaudar y que elabora la Secretaria de Hacienda
(SHCP).
Para este 2013, Hacienda tiene contemplada una pérdida
recaudatoria derivada de deducciones y exenciones fiscal por un total de
683,286.3 millones de pesos, monto equivalente al 3.8% del PIB.
Vienen cambios importantes, pero lo importante es que la
reforma fiscal que se está elaborando no sea sólo con fines recaudatorios.
Una vez con la reforma fiscal en la mesa, la madre de todas
las reformas como algunos le llaman, la discusión y la negociación política
será una constante.
Y también será interesante analizar el punto de vista sobre
el actual escenario de la Junta de Gobierno del Banco de México (Banxico).
El banco central anunciará su decisión monetaria el próximo
viernes.
Las calificadoras de riesgo soberano, flujos de capital y
organismos internacionales están con la mirada en México.
Hay una pausa en el “momento de México”. Lo que ocurra a
partir del mes de septiembre determinará si el optimismo sigue en “stand by” o vendrá el desánimo.
La moneda está en el aire.
La Fed y los riesgos geopolíticos
Los ruidos crecen y cada vez hay más posibilidades de que el
Comité de Mercado Abierto de Reserva Federal (FOMC) decida disminuir su
programa de compra de activos o relajamiento monetario, mejor conocido como QE (Quantitative
Easig, por sus siglas en ingles).
Primero la Fed lanzó el QE1 en noviembre de 2008, luego vino
el QE2 en 2010, después la estrategia llamada Operación Twist en 2011 y
finalmente el FOMC puso en marcha el QE3 y en diciembre de 2012 decidió incrementar
su dosis para apuntalar la actividad económica.
A decir de varios integrantes del FOMC todavía los datos
económicos no reflejan de manera contundente una recuperación sostenida de la
actividad como para empezar a bajar la compra de bonos del tesoro y valores
hipotecarios por un total de 85,000 millones de dólares.
Ben Bernanke, presidente de la Reserva Federal y demás
integrantes tendrán una nueva reunión que comenzará el 17 de septiembre y
concluirá un día después con la decisión y la conferencia de prensa del jefe de
la Fed.
Los portafolios de inversión esperan con interés el rumbo a
seguir por parte del banco central estadounidense.
Unos dicen que es momento de bajar el ritmo de compras de
activos por la reciente evolución de algunos indicadores, mientras que otros
abogan por esperar más información económica.
Gran parte de los mercados emergentes están resintiendo con
fuerza la incertidumbre.
Y por esa razón, Agustín Carstens, gobernador del Banco de
México pidió en la reciente reunión de banqueros centrales en Jackson Hole que
cualquier decisión que tomará la Reserva Federal la comunicara con la mayor
claridad posible.
El mundo espera a la Fed. La buena noticia es que la economía
del vecino del norte está emergiendo de su mayor tropiezo desde la recesión de
1930.
Cierto, los riesgos persisten y la recuperación de la
economía estadounidense todavía es a paso lento.
Y no sólo los mercados financieros de todo el mundo viven con
la incertidumbre sobre la decisión de la Fed, ahora también hay que agregar un inminente
conflicto militar en Siria.
La administración del
presidente Barack Obama le falta solo la autorización del Congreso para anunciar
pronto una nueva operación militar.
Viene la reunión del G-20 en Rusia. El principal punto
propuesto es el crecimiento económico.
Con la tensa situación en Medio Oriente bien podría cambiar y
pasar a una discusión política.
El entorno externo también vive sus momentos complicados y
difíciles.
Iniciamos septiembre y la agenda está más que puesta.
E-mail: omarcancinoeco@gmail.com
Twitter: cancino_omar
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