“Veo un
México con hambre y sed de justicia. Un México de gente agraviada por las
distorsiones que imponen a la ley quienes deberían de servirla. De mujeres y
hombres afligidos por abuso de autoridades o por arrogancia de las oficinas
gubernamentales” Luis Donaldo Colosio Murrieta, ex candidato presidencial
Dos décadas después
de aquel discurso del 6 de marzo de 1994, ese es el México que tenemos.
Esas
demandas que escuchó Colosio en su trágica campaña presidencial de 1994 son las
mismas que se piden todavía a lo largo del territorio nacional.
Cuando más
se quiere cambiar la imagen del país, los fantasmas del pasado vuelven a
surgir.
Cuando más
se presume al México reformador, el discurso se topa con la cruel realidad.
Cuando más
se niega que la violencia frena el crecimiento económico de México, no tienen otra opción
más que aceptarlo.
Nadie puede
olvidar Acteal, Aguas Blancas, Tlatelolco. Esos son los capítulos pendientes.
Las heridas
continúan abiertas y sin cicatrizar.
Preguntas hay
muchas, las respuestas son pocas y los culpables sin castigo.
Hoy es
Ayotzinapa, en el Estado de Guerrero.
No sólo los
fenómenos meteorológicos golpean con fuerza a esta región del sureste mexicano,
también la pobreza, el narcotráfico y el abuso del poder son su característica.
La mala
noticia es que no sólo es Guerrero, los gobernadores y presidentes municipales
en otras partes de la República Mexicana nos muestran sus excesos de poder con
recursos públicos.
Digan lo que
digan, presuman sus cifras o no, la impunidad, corrupción y la violencia siguen
siendo el dolor de cabeza.
Con el
brutal ataque a los estudiantes de la Escuela Normal Rural “Isidro Burgos”, los
mexicanos una vez más nos sentimos más ofendidos e inseguros.
La ola de
protestas en todo el país se convierten en ese grito desesperado que lanza a
todos los vientos la ciudadanía.
En 1893,
Edward Munch, pinto la obra el Grito. Ese
rostro de angustia y tormento que refleja el cuadro es el que tiene hoy México.
El
presidente Enrique Peña Nieto vive sus momentos más complicados desde que el
movimiento estudiantil Yo Soy 132 en plena campaña presidencial lo pusiera contra
la pared en mayo de 2013.
Tal vez no
me vea muy optimista, pero pienso que difícilmente encontrarán con vida a los
43 estudiantes desaparecidos.
¡Ojalá y me
equivoque!
Lo que nadie
puede negar es que el gobierno federal y toda la clase política tienen en sus
hombros una fuerte crisis de credibilidad por delante.
La Organización
de Naciones Unidas (ONU) tiene la mirada puesta y ésta pendiente de las
investigaciones.
Hasta el
momento, el máximo organismo internacional advierte su desilusión por los
escasos avances.
No olvide
que los cuestionamientos del capital extranjero sobre el clima de violencia en
México son una constante.
Será
insuficiente con llevar ante la justicia a los culpables porque el dolor es más
grande.
El poder de
convocatoria del sector estudiantil es grande. No debe subestimarse.
Entre más
pasa el tiempo, la indignación crece porque el gobierno federal no ofrece
avances, ni tampoco resultados.
Los medios
de comunicación quieren borrar de la agenda el tema lo más pronto posible.
¿Saving
México?
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Twitter: @cancino_omar