Los dimes y diretes sobre el nivel de la moneda mexicana
están a la orden del día. Y es que nuevamente el peso o superpeso como se le
llama está en el punto a discusión.
Ya sea a la baja o a la alza, el nivel del tipo de cambio siempre es un buen motivo para
iniciar una plática entre nosotros los
mexicanos.
La experiencia nos dice eso porque recordamos los momentos de
sinsabores que nos trajeron las épocas de devaluación.
Tal vez usted recuerde en aquel lejano 1982, donde en su último informe de gobierno, el presidente José López Portillo salió con la frase: “Defenderé el peso como un
perro” y después ya sabe lo que paso. O recuerde en 1994 el llamado “error de
diciembre” que nos hizo despertar de
manera abrupta de un sueño donde
estábamos por pasar al primer mundo.
Esas lecciones de
crisis cambiarias las hemos aprendido muy bien y por supuesto pagado a un alto
costo.
Desde 1994, la economía mexicana tiene un régimen de tipo de
cambio flexible, donde la oferta y demanda fijan el valor del peso frente al
dólar, siendo responsabilidad de ejecutar la política cambiaria una Comisión de
Cambios, integrada por funcionarios de la Secretaria de Hacienda y Banco de
México
Y sin duda ha probado su eficacia en momentos de gran
volatilidad financiera como la crisis asiática, el desplome de las acciones
tecnológicas, el efecto samba y claro desde 2008 la severa contracción
económica que vivimos actualmente.
Pero llega un momento en que se tiene que pensar dos veces
sobre el comportamiento del tipo de cambio. Y eso es lo que está ocurriendo.
Breve historia del
superpeso
En lo que va del año, el peso registra una ganancia de 6%
frente al billete verde que en el mercado interbancario se vendió el viernes
pasado en 12.0986 pesos por dólar. Con este avance, el peso se consolida como
la divisa de mejor desempeño en 2013.
Gráfica 1
Parte del positivo avance del peso se explica en la respuesta
a la crisis económica. Los bancos centrales se han dedicado a inyectar dinero
fácil y mantener bajas las tasas de interés para reactivar la producción y el
empleo.
Por eso los caprichosos flujos de capital que anteriormente
estaban a salvo en las economías desarrolladas están a la búsqueda de mejores
oportunidades y México es de los preferidos.
Pese a las menores perspectivas de crecimiento, la
estabilidad y los buenos números macroeconómicos llenan los ojos de los
capitales extranjeros. Pero hay algo que también saborean y son el diferencial
en tasas de interés.
Por esa razón, la inversión extranjera en cartera supera y
por mucho a la Inversión Extranjera Directa (IED), esta última es la que genera
empleos y deseamos llegue en mayor monto
en los meses por venir.
Con cifras de la Balanza de Pagos de 2012, la IED se ubicó en 12,659 millones de pesos, el menor
monto en una década. Y la otra cara de la moneda se tiene en el saldo de la
inversión de cartera que al finalizar el año pasado contabilizó un total de
73,380 millones de dólares y de los cuales 46,642 están colocados principalmente
en valores gubernamentales.
Ya Don Agustín
Carstens, gobernador del Banco de México puso el dedo sobre el renglón al
mencionar que uno de los riesgos que existen es la reversión de los flujos de
capital ante el retiro del estímulo monetario en las economías avanzadas.
Pero nuestro doctor dice que si eso llegase a suceder para
eso está el blindaje financiero que actualmente suma un total de 241,145
millones de dólares, parte de las reservas internacionales y la otra en una
línea Contingente de Crédito contratada con el Fondo Monetario Internacional
(FMI).
Dicen que nada es para siempre. Y las bajas tasas de interés que permanecen hoy en las economías
desarrolladas tendrán que tener su punto de inflexión.
Según analistas, observan que la Reserva Federal comenzará a
subir los rendimientos en 2015. Pero antes de hacer ese movimiento apagará la
máquina de impresión de dinero, lo que será el principio de una gran prueba que
tienen por delante las monedas de las economías emergentes.
Así que es positivo
que las autoridades monetarias tengan en
mente ese escenario. Por lo pronto, el manejo macroeconómico ha recibido aplausos de la calificadora
Standard & Poor´s y Moody´s. Pero Ficth Ratings no solo aplaudió, sino sorprendió
al elevar la nota de la deuda soberana del país de “BBB” a “BBB+”, algo que no
sucedía desde hace seis años.
Las señales positivas se están enviando y con el diferencial
en tasas, los flujos de capital llegan y llegan al papel gubernamental. Y eso
se observa en el nivel del tipo cambio.
Banxico y Hacienda lo
observan
No lo dicen pero los ojos de SHCP y Banxico están puestos en
el rumbo del peso. Sus acciones lo demuestran.
Luego de cuatro años de mantener sin cambio la tasa de
referencia en 4.5%, la Junta de Gobierno del banco central anunció el pasado 8
de marzo una sorpresiva reducción de medio punto para dejar su principal
instrumento en 4 por ciento.
Argumentos como un cambio estructural en la inflación, menor
actividad económica y el relajamiento monetario en el exterior hacían
insostenible una tasa de interés de 4.5 por ciento.
Y vino después la voz de la Comisión de Cambios que anunciaba
el 8 de abril que dada la liquidez que predomina en el mercado cambiario y la
reducción de la volatilidad en los mercados financieros, retiraba el mecanismo
de venta contingente de dólares que había sido puesto en marcha en los días en
que se vivía una gran incertidumbre y
tenía por objetivo evitar fuertes sobresaltos en la paridad cambiaria.
Pero el mercado esperaba la reactivación de las opciones de
venta de dólares al Banco de México que está bajo llave desde 29 de noviembre
del 2011, una estrategia que le había servido a Banxico para incrementar las
reservas internacionales. Sin embargo, la Comisión de Cambios no dijo más y se
retiró del mercado.
Pese a esos dos movimientos el peso sigue su buen
comportamiento frente a la divisa estadounidense, aunque si Banxico logra pasar
sin contratiempo el incremento de precios y la tasa de inflación baja en el
segundo semestre, no dude de que ejecutara otro movimiento en la tasa de
interés.
Los impactos del
Superpeso
Gran parte de la preocupación de Banxico y Hacienda es por
los efectos que está dejando el superpeso.
Al finalizar el primer trimestre de 2013, la Secretaría de
Hacienda y Crédito Público (SHCP) anunció una
caída de 9% en ingresos petroleros como motivo de un menor precio de la
mezcla mexicana de petróleo y una apreciación de la paridad cambiaria de 7.8 por ciento.
También se observa ese
dinamismo en la balanza comercial, donde las exportaciones no petroleras en los
primeros meses del año presentan un menor dinamismo, al acumular una ligera
alza de 0.1 por ciento.
Y mientras las ventas al exterior van lentas, las importaciones crecen en bienes de consumo
y capital avanzan a una tasa de 6.5% y 1.4%, respectivamente, señal que el nivel del tipo de cambio está
favoreciendo.
Y el superpeso hace de
las suyas en las remesas que envían los trabajadores en Estados Unidos. Por
ejemplo, Banxico informó que en el primer tramo del año, los ingresos sumaron
4,847 millones de dólares, lo que representa
una caída de 10% en relación con el mismo periodo del año anterior.
Así los familiares de estos trabajadores reciben menos
dólares que valen menos pesos porque con cifras de Banxico, cada dólar que ingresaba por esta vía se intercambiaba en
12.99 pesos en promedio durante el primer trimestre del 2012. En los primeros
tres meses del 2013, esta transacción
tuvo un tipo de cambio de 11.85 pesos
por billete verde.
Y si Hacienda le duele la baja en los ingresos petroleros, en
el Estado de Resultados del Banco de
México se resume por completo el efecto del superpeso.
Con datos de Banxico, en 2012 el instituto central informó
que registró una pérdida por fluctuaciones cambiarias de 144,031 millones de
pesos que junto con factores financieros ascendió a un total de 189,694
millones de pesos para tener finalmente una contracción de 194,706 millones de
pesos contabilizando sus gastos de operación.
Y es que durante 2012 y 2011, el Banco de México acumuló un
total de 49,918 millones de dólares, principalmente por las compras a Petróleos
de Mexicanos (Pemex) y el gobierno federal, lo que también implica un mayor
monto de pesos en circulación que Banxico tiene esterilizar para cumplir con su
objetivo de estabilidad de precios.
Pero también tiene su lado negativo porque el banco central
pierde su calidad de acreedor frente a las instituciones bancarias, al aumentar
sus pasivos en moneda nacional.
Podemos decir que la apreciación del peso, el flujo de
dólares y las menores tasas de interés
en el exterior le está costando trabajo al Banco de México.
Y es ahí donde el superpeso tiene su lado obscuro y
del porque Banxico mencionó en su último comunicado de política monetaria que los flujos de capital han apreciado de
manera considerable al peso que hoy muchos llaman SUPERPESO.
Twitter: cancino_omar
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