Ya el primero de septiembre no es el “Día del Presidente”
como hace muchos años lo fue.
Ahora el panorama es completamente distinto. Atrás quedan las
imágenes del desfile de funcionarios felicitando al Ejecutivo federal y los
aplausos de pie de manera prolongada por parte de todos los integrantes que
conforman el Congreso.
Nuestra democracia todavía tiene errores, pero los avances
que hemos tenido y las distintas voces hacen posible que lo de ayer no se
repita una vez más.
Sin duda, el reto que tiene por delante el Poder Legislativo es
el de convertirse en un verdadero contrapeso del ejercicio presidencial.
Con lanzar gritos, tomar la tribuna e interrumpir el mensaje
no se llega a nada.
El Informe de Gobierno realmente debe ser un acto de
rendición de cuentas del Poder Ejecutivo y donde se escuche el posicionamiento
de todos los grupos parlamentarios.
Se dice que el formato del informe presidencial podría
cambiar en un próximo momento.
Ojalá, y eso sea posible en un futuro inmediato porque el
debate de la ideas sería en beneficio de todos.
Actualmente, el presidente de la República envía al Poder Legislativo
el informe que guarda la Nación de manera escrita porque según la ley dice que no
tiene la obligación de presentarse.
Pero eso no impide que el jefe del Ejecutivo federal envié un
mensaje a la Nación.
Y precisamente el próximo primero de septiembre, Enrique Peña
Nieto, presidente de la República tendrá la oportunidad para dirigirse a todos
los mexicanos y hablar de los grandes problemas nacionales.
Digo que es una oportunidad porque hasta el momento no hemos
escuchado al jefe del Ejecutivo hablar de manera puntual y con el liderazgo que
se necesita de la actual situación que vive el país.
A nueve meses del inicio de la actual administración, el
presidente Peña Nieto sabe que las interrogantes son muchas y el escenario no
es de lo mejor.
Del optimismo con el que inicio su gestión, la realidad del
país que muchos tratan de ocultar genera hoy el efecto contrario.
Nos dicen que el bajo crecimiento económico en los últimos
meses es por un entorno externo difícil e incierto a la vez.
También nos comentan que una vez que la economía
estadounidense, nuestro principal socio comercial, realmente despierte de su atonía,
nuestras exportaciones volverán a crecer y con eso se reactivará la actividad
económica.
A la primera mitad del 2013, el Producto Interno Bruto (PIB) de
la economía mexicana registra un crecimiento de 1% respecto al mismo periodo
del año anterior, lo que representa el menor dinamismo para un primer semestre
desde la recesión de 2009.
Con ese resultado, Hacienda no tuvo más remedio que aceptar el
escenario adverso y olvidarse del 3.1% que había estimado en mayo pasado.
Así que por segunda ocasión en el año corrigió su pronóstico
de crecimiento del Producto Interno Bruto (PIB) para 2013. Ahora la proyección
dice que la economía mexicana crecerá 1.8 por ciento. (Gráfica
No.1)
Sí los analistas dudaron del 3.1%, hoy también comentan que el
pronóstico que tiene Hacienda es difícil de cumplir porque la actividad
económica tendría que repuntar 2.6% en el segundo semestre.
Bien dice Luis Videgaray, Secretario de Hacienda que el bajo
crecimiento es “mediocre” y es un “llamado de atención”.
Lo malo es que continúa enviando la señal de que con la
aprobación de las reformas estructurales este comportamiento será muy distinto,
cuando Hacienda tiene herramientas para hacer menos difícil el camino.
Sabemos que mientras la economía del vecino del norte no
despierte con fuerza y no exista una estrategia para contrarrestar el menor
dinamismo seguiremos observando bajos niveles de crecimiento económico.
Con mensajes de optimismo no se llega nada. Hoy el secretario
de Hacienda está más ocupado en cabildeos que en su despacho.
Tal vez, por esa razón no estuvo presente en el momento de
anunciar la nueva estimación de crecimiento.
No sólo en el aspecto económico hay pobres e insatisfactorios
resultados.
Según la última Encuesta de Expectativas del sector privado
que elabora el Banco de México y se publica a principios del mes, el tercer
factor más importante que obstaculiza el crecimiento a decir de los
especialistas consultados es el clima de violencia que vive el país.
Se dice que la estrategia cambio, pero lo cierto es que la
inseguridad sigue presente en todos los rincones del país. Pese a que diga la Secretaria de Gobernación que las cifras
van a la baja.
Ya el Instituto Nacional de Geografía y Estadística (INEGI)
trabaja en la elaboración de la Encuesta Nacional de Seguridad Pública Urbana
(ENSU) que tendrá una periodicidad de manera trimestral y cuyo primer
levantamiento será en septiembre de 2013 con publicación de los resultados en
el mes de octubre.
Insisto, este primero de septiembre, el jefe del ejecutivo
tendrá la palabra y espero no desaproveche la ocasión para hablar de lo que
realmente pasa en el país.
Sí el presidente Peña Nieto habla con firmeza de la realidad
que se experimenta a diario ganará esa confianza entre la población que tanto
trabajo le está costando.
Pero si vende la idea de que vamos en camino de vivir en
“Peñalandia” como lo dice su propaganda, el rechazo será todavía mayor a lo que
los sondeos de popularidad reflejan.
Dice la calificadora de riesgo soberano Moody´s que hay una
pausa en el “momento de México”.
Lo que opina Moody´s
lo entiende bien el gobierno federal y los portafolios de inversión.
Los flujos de capital no llegan con la misma intensidad de
los años anteriores.
Con los datos de la Balanza de Pagos del segundo trimestre
del año, lo que nos permite analizar el primer semestre del año, la inversión
de cartera, aquella que se conoce como “golondrina”, alcanzó la cifra de 19,129
millones de dólares, lo que significa una disminución de 34% respecto a lo
alcanzado en la primera mitad del 2012.
La apuesta y gran parte del futuro de la administración del
presidente Peña Nieto para impulsar el dinamismo económico se encuentra en la
aprobación de las reformas estructurales.
Los tiempos difíciles también contagian el desarrollo de la
agenda de reformas.
Por ejemplo, la
reforma laboral que pretende generar un mayor número de puestos de trabajo
todavía no muestra sus alcances y el desempleo sigue sin observar la
recuperación.
La iniciativa de reforma financiera sigue en discusión sin
por el momento mandar señales de vida.
También la reforma educativa va en progreso pese a las voces
de discordia e inconformidad que han puesto a diputados y senadores a buscar
otras sedes para la aprobación de sus leyes secundarias.
Pero el debate actual y por demás interesante se encuentra en
la propuesta de reforma energética que detonó con mayor fuerza comentarios a
favor y en contra.
A diferencia de las otras propuestas de cambio estructural,
la propaganda gubernamental llena todos los espacios disponibles para convencer
a la opinión pública de que la reforma energética no tiene como objetivo
privatizar el petróleo y vender Petróleos Mexicanos (Pemex).
Y seguramente el intercambio de ideas subirá de tono con la reforma
fiscal que se anunciará el 8 de septiembre.
Bajo crecimiento, desempleo, inseguridad y altos niveles de
desigualdad en el ingreso es lo que caracteriza a los primeros nueve meses de la
administración del presidente Enrique Peña Nieto.
Son momentos difíciles. Pero se tienen que reconocer logros y
debilidades. Y lo más importante: tomar decisiones y hablar de la realidad que se vive.
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