No hay país sin bancos. Y en México tenemos una larga
y amarga experiencia de lo que eso significa.
Basta recordar la
nacionalización de la banca en 1982, posteriormente su privatización en el
sexenio de Carlos Salinas de Gortari.
El Efecto Tequila en
la administración de Ernesto Zedillo que puso al descubierto los excesos en la
irresponsabilidad crediticia que termino con el rescate bancario a través de la
operación del Fondo Bancario De Protección al Ahorro (FOBAPROA).
Después de tantas
polémicas y ajetreo político el FOBAPROA quedó como una experiencia con muchas
lecciones pero también con bastantes interrogantes.
Hoy el Instituto de
Protección al Ahorro Bancario (IPAB) creado en 1998 es el encargado de
salvaguardar los depósitos de los ahorradores, así como la de resolver al menor
costo posible las contingencias que tengan los bancos en un momento determinado.
Banqueros se han ido
y nuevos banqueros han llegado. Pero la desconfianza hacia los hombres del
banco estará siempre presente en la mente de los mexicanos.
Y eso gracias a los
claroscuros y los favoritismos por parte del círculo del poder.
Sin duda les será muy
difícil a los banqueros quitarse esa imagen.
Ciertamente no es
sólo propia de México, sino también la mayor economía del mundo y los países
que conforman la zona del euro pueden compartir esa experiencia.
Ejemplos como
Argentina en 2001, donde el gobierno decretó la restricción de la libre
disposición de dinero en plazos fijos, cuentas corrientes y cajas de ahorros,
lo que se llamó en aquel país como el "corralito".
Chipre es otro ejemplo. Este país miembro de la eurozona anunció como una de las medidas para salir de su crisis un impuesto a los ahorros.
Son señales negativas que dejan mucho que pensar en el trabajo que realizan los banqueros.
Chipre es otro ejemplo. Este país miembro de la eurozona anunció como una de las medidas para salir de su crisis un impuesto a los ahorros.
Son señales negativas que dejan mucho que pensar en el trabajo que realizan los banqueros.
Así se dejaron escuchar en la reciente Convención Bancaria. Y sin lugar a dudas lo confirman sus niveles de capitalización. (Gráfica No.1)
Tan sólo al mes de febrero de 2013, el índice de capitalización (ICAP) de la banca, indicador que representa la fortaleza financiera de una institución para soportar pérdidas no esperadas, alcanzó un porcentaje de 16.50% lo que supera los requerimientos del Comité de Supervisión Bancaria de Basilea III quién es el que dispuso que los bancos deben de tener un (ICAP) superior al 10.5 por ciento.
Recursos los hay. Pero
el gran problema es que los hombres del dinero prefieren colocar esa captación
que tienen en Certificados de la Tesorería de la Federación (Cetes) o en Bonos
del Gobierno Federal que cumplir con su principal función que es la de prestar
esos recursos en proyectos productivos para la generación de empleos.
Según los banqueros
invierten en papal gubernamental porque no hay garantías que otorguen certeza
al crédito.
Ese es el pretexto
por el lado de la oferta, pero por el lado de la demanda la desconfianza de
empresas y familias se explica en gran parte por las elevadas comisiones que la
banca cobra al cliente.
Recientemente el
Instituto Nacional de Geografía y Estadística (INEGI) reveló en su Encuesta de
Inclusión Financiera que 30.7 millones de personas, lo que significa el
43.7% pone sus recursos en diferentes mecanismos a los ofrecidos por las
instituciones de crédito como por ejemplo: mantiene dinero en efectivo o ahorra
a través de las famosas tandas.
Hoy en México se está
promoviendo la Reforma Financiera que según el gobierno federal va directo a
atacar los grandes problemas que existen entre la oferta y demanda.
Lo cierto es que la
economía mexicana tiene estabilidad y hay un sistema bancario con recursos.
Pero los grandes
números macroeconómicos no llegan por aterrizar a las empresas y familias. Y
ese es uno de los pendientes de ayer y hoy.