Las señales de pesimismo no desaparecen. Continúan siendo la constante
y parece que lo van ser en los meses por venir.
No hay duda de que la incertidumbre sobre la desaceleración
de la economía mundial tiene bajo amenaza a los pronósticos de crecimiento.
Hasta el más optimista tiene que aceptar el difícil momento
económico que se vive.
Eso ha provocado que las firmas bancarias, organismos
internacionales y gobiernos de todo el mundo borren más de una vez sus
proyecciones. No sólo para este año, también para el que viene.
Nadie sabe al momento, hasta cuándo se alcanzará el punto de
inflexión que refleje una recuperación sostenida en los niveles de empleo y
producción.
Y conforme pasan los meses, los indicadores continúan enviando
señales contradictorias sobre el rumbo económico.
Unos datos optimistas que alimentan la esperanza de una
pronta salida de la etapa de desaceleración, otros pesimistas que dejan
observar todavía un largo camino por recorrer.
Desde principios del año, los analistas luchan entre esas dos
visiones para establecer sus estimaciones.
Pero cada vez más, el comportamiento negativo de los datos
hace que los pronósticos sean revisados constantemente a la baja de lo que inicialmente
se establecieron.
Y quién recientemente se une a la lista de revisión de
pronósticos es el Fondo Monetario Internacional (FMI), institución que se
encuentra bajo la polémica por la medicina amarga que ha recetado a los países
de la zona del Euro y que muchos culpan de causar la desaceleración mundial.
Los retos siguen sobre la mesa. Ese es el mensaje que lanza
el FMI en su actualización de las Perspectivas de la Economía Mundial.
Ahora el FMI anticipa que la actividad económica mundial
presentará un crecimiento de 3.1%, en vez del 3.3% pronosticado en abril de
este año.
Según el FMI, la corrección en la estimación es por el
debilitamiento de las economías emergentes, quienes anteriormente eran las que
sostenían la recuperación.
La tarea que exige el organismo internacional para las economías
es diferente, pero tiene una sola meta: fortalecer el crecimiento económico.
A las economías avanzadas se les pide mantener bajas las
tasas de interés y tener responsabilidad fiscal, mientras que a las economías
emergentes les solicita estar atentos a los eventos del posible retiro del
estímulo monetario de la Reserva Federal.
No sólo para 2013 hay malas noticias, sino también para el
próximo año. El FMI estima que la economía mexicana registre un crecimiento de
2.9%, en vez del 3.4% que había estimado. De un avance de 3.4% para 2014, ahora se
proyecta un incremento de 3.2 por ciento. (Gráfica No.1)
Se dice que el segundo semestre será mejor. Hoy lo que los
datos nos empiezan a decir que en el segundo trimestre la debilidad de la
economía mexicana fue mayor de lo que inicialmente se pensó.
Por ejemplo, en abril, el Indicador Global de la Actividad
Económica (IGAE), un indicador mensual construido con información preliminar y que
registra la tendencia de corto plazo de la economía, presentó un avance de
4.55% a tasa anual, menor al 4.92% observada hace un año durante el mismo mes.
Pero en el análisis de la información se utilizan diversas
medidas para observar el desempeño de la variable.
Una de ellas es la serie ajustada por calendario, donde se eliminan todos los efectos causados
por la Semana Santa. Así el IGAE en el cuarto mes del año registró un avance de
0.42%, muy por debajo del 5.33% que se alcanzó en 2012, lo que habla del tamaño
de la desaceleración.
Y sí se utilizan los datos desestacionalizados, aquellos que
dejan observar el desempeño de la variable respecto al mes inmediato anterior,
se observa que el IGAE presento una disminución de 0.77% respecto a marzo.
También el sector industrial sigue enviando señales de extrema debilidad. En mayo, la producción industrial avanzó 0.5% a tasa anual, cifra
menor al 3.9% que se alcanzó hace un año.
Gran parte de ese menor desempeño en la actividad industrial
obedece al bajo dinamismo en la producción manufacturera y a la actividad en la
construcción, dos componentes muy importantes de los cuatro que la integran.
Principalmente la fragilidad en la economía estadounidense han
provocado un crecimiento de 0.6% en las manufacturas en los primeros cinco
meses del año, mientras que el subejercicio en el gasto del gobierno y las
menores perspectivas de crecimiento interno hacen que la inversión en
construcción presente una baja de 1.7 por ciento.
Así que la actividad industrial continúa débil y con mucho
mayor interés se esperan el dato sobre la evolución del IGAE al mes de mayo que
publicará el Instituto Nacional de Estadística, Geografía e Informática (INEGI)
el próximo 25 de julio.
Sí la cifra continua reflejando esa tendencia, entonces se
confirmará que cuando el instituto de estadísticas anuncie a mitad del mes de
agosto los datos del PIB al segundo trimestre no habrá buenos resultados.
Ya en mayo pasado Hacienda tuvo que reducir su pronóstico de
crecimiento del Producto Interno Bruto (PIB) para 2013 de un 3.5% que nadie
aceptaba como algo realista a principios del año a un 3.1% que tampoco a estas
alturas se observa como un objetivo alcanzable.
Pero no hay que sorprenderse porque sabemos que Hacienda y el
gobierno federal son los últimos en aceptar la realidad económica.
Así que es muy probable que una vez conocidos todos los
indicadores económicos del segundo trimestre, Luis Videgaray, secretario de
Hacienda tenga que aceptarlo y ajuste por segunda ocasión su meta de
crecimiento.
Ya el Banco de México en su más reciente anuncio de política
monetaria deja claro que la desaceleración de la economía fue más profunda en el
segundo trimestre explicado por el comportamiento de las exportaciones y el
gasto interno.
También el instituto central lanza la advertencia de que el
segundo semestre no puede ser tan positivo como algunos piensan.
Pese a eso, Banxico no ha modificado su estimado de
pronóstico de crecimiento para la economía mexicana, el cual se mantiene entre
un rango que va del 3 al 4 por ciento.
Se espera que el banco central modifique esta proyección en
su segundo Informe Trimestral de Inflación que publicará el próximo 7 de
agosto.
Según Agustín Carstens, gobernador de la Junta de Gobierno de
Banxico durante la presentación del primer informe de inflación decía que dada
la gran incertidumbre que prevalecía en ese momento y como todavía no tenía
toda la información suficiente, el banco central no podía realizar una revisión
a sus pronósticos.
Después de seis meses y con bastantes datos sobre la mesa, el
banco central reconoce que la debilidad de la economía mexicana es más fuerte
de lo que se pensaba.
Hacienda lo hizo y dado el actual escenario puede que
necesite hacer otra reducción en su pronóstico de crecimiento, los analistas de
diversas instituciones también lo han hecho, ahora sólo falta Banxico. Pero la
pregunta será: ¿Qué tan pesimista será Banco de México?
E-mail: omarcancinoeco@gmail.com
Twitter: cancino_omar
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