Gritos de inconformidad, desesperanza e indignación son los
que se escuchan a lo largo de todo el mundo.
Esas voces son el saldo de la fuerte crisis económica que
hacen pensar sobre el actual paradigma económico.
También es una respuesta a los oídos sordos de los
hombres y mujeres que dirigen los destinos de las naciones.
Los políticos lanzan constantes mensajes de que pronto
regresará el bienestar perdido.
Nadie cree en discursos emotivos sin ver pronto los
resultados. Ese es el principal desafío para los gobiernos.
Las protestas en Brasil, la principal economía de América
Latina y un integrante importante de los BRIC`S (Brasil, Rusia, India, China y
Sudáfrica) son el reflejo de lo que se vive hoy en todos los países.
Lo que ocurre en Brasil no es un caso aislado, sino que es
otra prueba del descontento con las estrategias de respuesta a la desaceleración
económica.
Justo en la antesala de los dos grandes eventos deportivos en
el mundo como el Mundial de Fútbol 2014 y los Juegos Olímpicos en 2016, el
gobierno de Dilma Rousseff, la mujer que heredo una economía en su mejor
momento por parte de Luis Inácio Lula Da Silva, vive tiempos difíciles y
complicados.
Mejores servicios de salud, educación, contra la corrupción y
políticos son las banderas de protesta. Sus
demandas no son diferentes a lo que se pide en otras regiones.
Menor crecimiento y una mayor inflación es la que anticipa el
Banco Central de Brasil. Según la autoridad monetaria estima que el Producto
Interno Bruto (PIB) del “gigante del sur” presentará un crecimiento de 2.7% en
vez de 3.1% en 2013 y el gobierno brasileño está por anunciar una baja en su
proyección económica.
El escenario se complica todavía más porque el banco
central anticipa mayor inflación en el presente año.
Pese a la política monetaria restrictiva (aumento de tasas de
interés) que ejerce la autoridad monetaria, el incremento de precios no cede y
ahora los pronósticos dicen que se espera una tasa de inflación de 6% en el
presente año.
Las últimas encuestas de opinión revelan el descontento con
el gobierno que preside Dilma Rousseff, lo que sin duda va a ser un gran reto
para su administración de cara a los próximos comicios electorales de 2014.
Precisamente ese panorama de insatisfacción hace que el
pueblo brasileño en todas las ciudades se organice junto con los sindicatos
para alzar su voz de inconformidad.
Lo mismo pasa en Estados Unidos, España, Portugal, Grecia,
Francia e Inglaterra. Cada nación vive los impactos de la tardía recuperación
económica de distinta manera, pero la constante es esa voz que exige soluciones
inmediatas y que parece no ser escuchada.
Las medidas de austeridad fiscal han sido ampliamente
rechazadas con toda fuerza en Europa.
Hoy el viejo continente vive una etapa de recesión económica
con alto nivel de desempleo. Y donde los jóvenes son los que más están experimentando
el difícil momento.
Actualmente en la zona del euro, el desempleo juvenil según
el organismo de estadísticas en Europa se ubica en 3.6 millones de personas, lo
que deja claro el complicado futuro.
Dice Angela Merkel, la mujer más poderosa en Europa, que las
medidas son difíciles pero son necesarias.
Y precisamente ese es el mensaje que molesta e indigna y
provoca la salida a las calles.
Tal vez por esa razón y espero que así sea, el Fondo
Monetario Internacional (FMI) que ha sido severamente cuestionado por sus
recetas dolorosas en Europa, recientemente invitó al Congreso de Estados Unidos
y a la administración del presidente Barack Obama a moderar el recorte de
gastos para consolidar la recuperación económica.
Según Christine Legarde, directora gerente del FMI, la
desaceleración del ajuste fiscal ayudaría a sustentar el crecimiento y la
creación de empleo en la primera economía del mundo.
La ola de protestas en el mundo dejan ver que aquellos que
viven los estragos de la mala planeación económica tienen el poder para decir:
¡Ya Basta!
¿Y en México?
Si bien en nuestro país no hay esas grandes movilizaciones
que actualmente recorren el mundo, existe un ambiente de pesimismo por el rumbo
económico.
Bajo crecimiento, alza de precios, desempleo, inseguridad y escándalos de corrupción han impactado el ánimo de la población.
Esos son los pendientes que enfrenta la administración del
Presidente Enrique Peña Nieto en el segundo semestre y que tendrá que resolver
en el resto de su sexenio.
Muchos esperaban protestas por los resultados electorales en
los comienzos de la nueva administración.
La estrategia de reformas y cambios estructurales con las que
se inició provocó un optimismo que fue vencido poco a poco por una economía que
vive de manera intensa los desafíos de su vecino del norte.
Los retos son todavía más grandes porque en los siguientes
meses podría empezar el retiro del estímulo monetario por parte del Banco de la
Reserva Federal (Fed, por su siglas en inglés), un factor que deben cuidar con
mucha atención las economías emergentes han comentado diversos organismos
internacionales.
Y en el escenario interno están por venir dos reformas
estructurales que son de lo más importante.
Todavía el gobierno federal no las presenta, pero la Reforma
Energética y Fiscal ya están dando de qué hablar.
Son dos cambios estructurales que han estado sobre el
escritorio desde principios de la década.
La economía mexicana necesita de un nuevo pacto fiscal y
certidumbre en el uso de sus recursos energéticos.
Y estos dos temas son de lo más sensibles para la población.
A nadie le gusta pagar más impuestos y mucho menos en momentos en que
gobernadores o funcionarios públicos hacen mal manejo de los recursos.
Varios estudios han dejado claro que cualquier movimiento en
las tasas impositivas como un impuesto al valor agregado a alimentos y
medicinas será doloroso para las clases más desprotegidas.
Ojalá la reforma fiscal que se está diseñando sea en
beneficio del crecimiento, resuelva la problemática que hoy existe en materia
tributaria y no se reduzca a un sólo incremento de impuestos.
El debate será muy complicado, lleno de voces de descontento.
Aquí se pondrá a prueba la habilidad negociadora del gobierno para convencer a
partidos políticos, organismos empresariales y opinión pública.
Tal vez no sea el mejor momento para presentar estas dos
reformas. Y lo deben de saber quiénes deciden.
Los niveles de aprobación no tienen buenos números. Cada vez
las voces de descontento son más y pocos los resultados.
Y ese ambiente de protestas en el mundo hace pensar que
cualquier mala decisión puede ser que México sea el próximo en la lista de movilizaciones
sociales.
Los resultados económicos dicen que la desaceleración siguió
su camino en el segundo trimestre del año, el entorno externo y la liquidez
puede cambiar en los siguientes meses. El camino sigue incierto y difícil.
E-mail: omarcancinoeco@gmail.com
Twitter: cancino_omar
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