lunes, 13 de mayo de 2013

El lado obscuro del Superpeso


Los dimes y diretes sobre el nivel de la moneda mexicana están a la orden del día. Y es que nuevamente el peso o superpeso como se le llama está en el punto a discusión.
Ya sea a la baja o a la alza, el nivel del  tipo de cambio siempre es un buen motivo para iniciar una  plática entre nosotros los mexicanos.
La experiencia nos dice eso porque recordamos los momentos de sinsabores que nos trajeron las épocas de devaluación. 
Tal vez usted recuerde en aquel lejano  1982, donde en su último informe de gobierno,  el presidente José López Portillo salió con la frase: “Defenderé el peso como un perro” y después ya sabe lo que paso. O recuerde en 1994 el llamado “error de diciembre” que nos hizo despertar  de manera abrupta de un sueño  donde estábamos por  pasar al primer mundo.
Esas lecciones  de crisis cambiarias las hemos aprendido muy bien y por supuesto pagado a un alto costo.
Desde 1994, la economía mexicana tiene un régimen de tipo de cambio flexible, donde la oferta y demanda fijan el valor del peso frente al dólar, siendo responsabilidad de ejecutar la política cambiaria una Comisión de Cambios, integrada por funcionarios de la Secretaria de Hacienda y Banco de México
Y sin duda ha probado su eficacia en momentos de gran volatilidad financiera como la crisis asiática, el desplome de las acciones tecnológicas, el efecto samba y claro desde 2008 la severa contracción económica que vivimos actualmente.
Pero llega un momento en que se tiene que pensar dos veces sobre el comportamiento del tipo de cambio. Y eso es lo que está ocurriendo.
Breve historia del superpeso
En lo que va del año, el peso registra una ganancia de 6% frente al billete verde que en el mercado interbancario se vendió el viernes pasado en 12.0986 pesos por dólar. Con este avance, el peso se consolida como la divisa de mejor desempeño en 2013.

    Gráfica 1

  


Parte del positivo avance del peso se explica en la respuesta a la crisis económica. Los bancos centrales se han dedicado a inyectar dinero fácil y mantener bajas las tasas de interés para reactivar la producción y el empleo.
Por eso los caprichosos flujos de capital que anteriormente estaban a salvo en las economías desarrolladas están a la búsqueda de mejores oportunidades y México es de los preferidos.
Pese a las menores perspectivas de crecimiento, la estabilidad y los buenos números macroeconómicos llenan los ojos de los capitales extranjeros. Pero hay algo que también saborean y son el diferencial en tasas de interés.
Por esa razón, la inversión extranjera en cartera supera y por mucho a la Inversión Extranjera Directa (IED), esta última es la que genera empleos y  deseamos llegue en mayor monto en los meses por venir.
Con cifras de la Balanza de Pagos de 2012, la IED  se ubicó en 12,659 millones de pesos, el menor monto en una década. Y la otra cara de la moneda se tiene en el saldo de la inversión de cartera que al finalizar el año pasado contabilizó un total de 73,380 millones de dólares y de los cuales 46,642 están colocados principalmente en valores gubernamentales.
Ya Don Agustín Carstens, gobernador del Banco de México puso el dedo sobre el renglón al mencionar que uno de los riesgos que existen es la reversión de los flujos de capital ante el retiro del estímulo monetario en las economías avanzadas. 
Pero nuestro doctor dice que si eso llegase a suceder para eso está el blindaje financiero que actualmente suma un total de 241,145 millones de dólares, parte de las reservas internacionales y la otra en una línea Contingente de Crédito contratada con el Fondo Monetario Internacional (FMI).
Dicen que nada es para siempre. Y las bajas  tasas de interés  que permanecen hoy en las economías desarrolladas tendrán que tener su punto de inflexión.
Según analistas, observan que la Reserva Federal comenzará a subir los rendimientos en 2015. Pero antes de hacer ese movimiento apagará la máquina de impresión de dinero, lo que será el principio de una gran prueba que tienen por delante las monedas de las economías emergentes.
Así que  es positivo que las autoridades monetarias tengan  en mente ese escenario. Por lo pronto, el manejo macroeconómico  ha recibido aplausos de la calificadora Standard & Poor´s y Moody´s. Pero Ficth Ratings no solo aplaudió, sino sorprendió al elevar la nota de la deuda soberana del país de “BBB” a “BBB+”, algo que no sucedía desde hace seis años.
Las señales positivas se están enviando y con el diferencial en tasas, los flujos de capital llegan y llegan al papel gubernamental. Y eso se observa en el nivel del tipo cambio.
Banxico y Hacienda lo observan
No lo dicen pero los ojos de SHCP y Banxico están puestos en el rumbo del peso. Sus acciones lo demuestran.
Luego de cuatro años de mantener sin cambio la tasa de referencia en 4.5%, la Junta de Gobierno del banco central anunció el pasado 8 de marzo una sorpresiva reducción de medio punto para dejar su principal instrumento en 4 por ciento.
Argumentos como un cambio estructural en la inflación, menor actividad económica y el relajamiento monetario en el exterior hacían insostenible una tasa de interés de 4.5 por ciento.
Y vino después la voz de la Comisión de Cambios que anunciaba el 8 de abril que dada la liquidez que predomina en el mercado cambiario y la reducción de la volatilidad en los mercados financieros, retiraba el mecanismo de venta contingente de dólares que había sido puesto en marcha en los días en que se vivía una gran incertidumbre  y tenía por objetivo evitar fuertes sobresaltos en la paridad cambiaria.
Pero el mercado esperaba la reactivación de las opciones de venta de dólares al Banco de México que está bajo llave desde 29 de noviembre del 2011, una estrategia que le había servido a Banxico para incrementar las reservas internacionales. Sin embargo, la Comisión de Cambios no dijo más y se retiró del mercado.
Pese a esos dos movimientos el peso sigue su buen comportamiento frente a la divisa estadounidense, aunque si Banxico logra pasar sin contratiempo el incremento de precios y la tasa de inflación baja en el segundo semestre, no dude de que ejecutara otro movimiento en la tasa de interés.
Los impactos del Superpeso
Gran parte de la preocupación de Banxico y Hacienda es por los efectos que está dejando el superpeso.
Al finalizar el primer trimestre de 2013, la Secretaría de Hacienda y Crédito Público (SHCP) anunció una  caída de 9% en ingresos petroleros como motivo de un menor precio de la mezcla mexicana de petróleo y una apreciación de la paridad cambiaria de 7.8 por ciento.
También se observa  ese dinamismo en la balanza comercial, donde las exportaciones no petroleras en los primeros meses del año presentan un menor dinamismo, al acumular una ligera alza de 0.1 por ciento. 
Y mientras las ventas al exterior van lentas,  las importaciones crecen en bienes de consumo y capital avanzan a una tasa de 6.5% y 1.4%, respectivamente,  señal que el nivel del tipo de cambio está favoreciendo.
Y el superpeso  hace de las suyas en las remesas que envían los trabajadores en Estados Unidos. Por ejemplo, Banxico informó que en el primer tramo del año, los ingresos  sumaron 4,847 millones de dólares, lo que representa  una caída de 10% en relación con el mismo periodo del año anterior.  
Así los familiares de estos trabajadores reciben menos dólares que valen menos pesos porque con cifras de Banxico, cada dólar que ingresaba por esta vía se intercambiaba en 12.99 pesos en promedio durante el primer trimestre del 2012. En los primeros tres meses del  2013, esta transacción tuvo un tipo de cambio de  11.85 pesos por billete verde.
Y si Hacienda le duele la baja en los ingresos petroleros, en el Estado de Resultados del  Banco de México se resume por completo el efecto del superpeso.
Con datos de Banxico, en 2012 el instituto central informó que registró una pérdida por fluctuaciones cambiarias de 144,031 millones de pesos que junto con factores financieros ascendió a un total de 189,694 millones de pesos para tener finalmente una contracción de 194,706 millones de pesos contabilizando sus gastos de operación.
Y es que durante 2012 y 2011, el Banco de México acumuló un total de 49,918 millones de dólares, principalmente por las compras a Petróleos de Mexicanos (Pemex) y el gobierno federal, lo que también implica un mayor monto de pesos en circulación que Banxico tiene esterilizar para cumplir con su objetivo de estabilidad de precios.
Pero también tiene su lado negativo porque el banco central pierde su calidad de acreedor frente a las instituciones bancarias, al aumentar sus pasivos en moneda nacional.
Podemos decir que la apreciación del peso, el flujo de dólares y  las menores tasas de interés en el exterior le está costando trabajo al Banco de México.
Y es ahí donde el superpeso tiene su lado obscuro y del porque Banxico mencionó en su último comunicado de política monetaria  que los flujos de capital han apreciado de manera considerable al peso que hoy muchos llaman SUPERPESO.

Twitter: cancino_omar           
 e-mail: omarcancinoeco@gmail.com

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