No podía la administración del presidente Enrique Peña Nieto
terminar 2013 sin una reforma energética.
Necesitaba contrarrestar los efectos negativos de un decepcionante
primer año de gobierno en materia económica.
Luis Videgaray, secretario de Hacienda y Emilio Lozoya
Austin, Director General de Petróleos Mexicanos (PEMEX) compartían ese objetivo.
Y tenían que enviar esa señal a las agencias calificadoras de
riesgo soberano y los portafolios de inversión.
Eso explica la rapidez con la que actuaron los miembros del
Partido Revolucionario Institucional (PRI) y del Partido Acción Nacional (PAN)
por aprobar las modificaciones constitucionales en el sector energético.
Lo observamos tanto en la Cámara de Senadores como en la de
Diputados donde se vivieron maratónicas sesiones y menospreciando un debate más
profundo.
Poco les importo el famoso “cerco al Senado” porque el objetivo
era más que claro: La administración Peña Nieto necesitaba anunciar ese cambio
lo antes posible.
Así que con voces a favor y otras en contra, el cambio
estructural en materia energética que permite la apertura al capital privado
está dado.
La reforma energética representa una transformación en el paradigma que sepulta el mito del nacionalismo sobre la riqueza de los hidrocarburos y pone fin al monopolio de PEMEX y CFE.
Ya 17 congresos locales han aprobado las modificaciones constitucionales a los artículos 25, 27 y 28.
Ahora habrá que esperar el contenido de las leyes secundarias que próximamente se discutirán en el Congreso y dejarán sobre la mesa los verdaderos alcances de la reforma energética.
Ahora habrá que esperar el contenido de las leyes secundarias que próximamente se discutirán en el Congreso y dejarán sobre la mesa los verdaderos alcances de la reforma energética.
Resulta escuchar con bastante escepticismo que Petróleos
Mexicanos (PEMEX) y Comisión Federal de Electricidad (CFE) tendrán un plazo
máximo de dos años para dejar de ser organismos de control directo y
transformarse en “Empresas Productivas del Estado”.
Hacer de PEMEX y CFE empresas que tengan como propósito “la
creación de valor económico” no se logra en el caso de Petróleos Mexicanos
dejando simplemente afuera al sindicato petrolero del Consejo de
Administración.
Todavía existen muchos pendientes que hacer para que las próximas "Empresas Productivas del Estado" trabajen con honestidad, eficacia, eficiencia, productividad y sobre todo
transparencia.
Hay dudas de que en dos años los que abusaron de estas dos
empresas salgan por la puerta de atrás.
Más bien, todos aquellos que hicieron “negocio” en el pasado
vivirán nada más un proceso de reestructuración.
Con la reforma energética llegarán las grandes empresas
petroleras que se encargarán de explorar y explotar nuevos yacimientos.
Según los estudios, México tiene reservas probadas de crudo
por un total de 14,000 millones de barriles.
La Agencia de Información de Energía de Estados Unidos (EIA,
por sus siglas en inglés) revela que el Golfo de México es la segunda mayor zona
petrolera no explorada después del Circulo Ártico.
Se anticipan mayores inversiones, empleos y un crecimiento
económico en los años por venir.
Nadie duda de los buenos deseos. Mucho menos en esta época
del año.
Lo que sí debería existir es una cautela en los mensajes de
optimismo que envían en cada oportunidad nuestros políticos.
Una vez más a los que les encanta utilizar “espejitos”
empiezan a salir en los medios masivos de comunicación.
Y es que hemos visto tanto anuncios de que ahora si es el
“momento de México” que valdría la pena ser cautelosos y muy cuidadosos en lo
que se dice.
Nada más recuerde lo que hace 20 años se comentaba con la entrada
en vigor del Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLCAN).
El despertar de aquel primero de enero de 1994 emergió el
llamado EZLN que puso al descubierto la voz de los “otros”
Después vino el lamentable hecho de Luis Donaldo Colosio y José Francisco Ruiz Massieu.
Pero, lo que acabo por enterrar la entrada de México al
primer mundo fue ese 20 de diciembre de 1994.
Se dice que aprendimos la dura lección. Lo malo, es que
nuestros políticos continúan vendiendo esas mismas ideas y promesas con
demasiado entusiasmo.
Sin duda, les restan la poca y escasa credibilidad de la que
todavía pueden presumir.
El presidente Enrique Peña Nieto y su secretario de Hacienda,
Luis Videgaray tienen la reforma energética.
Los beneficios dicen que serán una realidad en los próximos
cuatro años.
La economía mexicana necesita un sector energético que
impulse su crecimiento y desarrollo.
Hoy el cambio estructural bien merece el beneficio de la
duda.
El reto es grande. Las altas expectativas que se están
creando en este momento se tienen que cumplir en el plazo establecido con
hechos.
El discurso con promesas sobre un futuro mejor debe ser
guardado en el escritorio en este instante porque la administración Peña Nieto
entra en la etapa de generación de resultados.
Ya no hay pretextos para 2014.
Sí como se dice y sé presume en cada oportunidad que 2013 fue
el “año de las reformas”, ahora es momento de empezar a trabajar para levantar
el crecimiento económico.
E-mail:omarcancinoeco@gmail.com
Twitter: @cancino_omar
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