Todos hablan de los beneficios de la productividad. Y tienen
razón en hacerlo porque es el camino para el crecimiento de largo plazo.
Pero lo que no han dicho es que los bajos niveles de
productividad que tenemos actualmente tiene como una de sus explicaciones el
abandono del mercado interno.
Los organismos internacionales ponen de ejemplo a la economía
mexicana, pero dicen también que se necesita algo más que tener estabilidad
para crecer.
Y es que el gran pendiente de la última década es la falta de
crecimiento. Las calificadoras de riesgo soberano aplauden a México y al mismo
tiempo solicitaban cambios estructurales que impulsen el avance.
A diferencia de otros gobiernos que tenían la oportunidad y
no la aprovecharon, finalmente las señales que todo mundo exigían se han
enviado.
Ya están sobre la mesa la reforma laboral, educativa y
financiera. Y en los meses por venir
vendrán la energética y la más importante de todas las reformas: La reforma
fiscal.
Tal vez no sean lo cien por ciento perfectas. Pero la
economía mexicana necesitaba de esos cambios estructurales que desde hace más
de una década se pedían a gritos.
Sabemos que es muy pronto para saber el impacto y su alcance,
pero tarde o temprano tendrán que dar sus frutos.
Pero eso no lo es todo. También para tener un crecimiento de largo
plazo, los niveles de productividad tienen que ser mayores a los que tenemos en
este momento.
Y es que la productividad no es otra cosa que la eficiencia
con la que un país hace uso de sus factores de producción.
Así una elevada productividad es la suma del esfuerzo de
trabajadores, capital y del buen uso de sus recursos naturales que contribuyen
a la generación de un mayor número de bienes y servicios con la mejor calidad
posible.
Y en los últimos diez años observamos porque la economía
mexicana tiene un bajo crecimiento. Sin duda, la falta de productividad es la
clave. (Ver Gráfica 1)
Fuente: Periódico La Razón
Por ejemplo, países como China y la india dejan ver los
avances que han tenido se explican en gran parte por la contribución del
crecimiento de la productividad.
Pero para llegar a esos niveles de productividad que muestran
otras economías, la estrategia tiene que centrase en despertar el mercado
interno que por años ha sido desplazado por el sector externo.
Sí la economía mexicana desea aspirar a que su futuro sea
mucho mejor que su presente tiene que abrir espacio a la inversión en capital
humano, combatir los elevados niveles de desempleo, informalidad y resaltar la
importancia que tiene la innovación tecnológica.
Lamentablemente hoy en nuestro mercado de trabajo hay 2.5
millones de desempleados, donde el 37% de mujeres y hombres tiene estudios de
preparatoria y universidad, lo que dejar ver que hay trabajadores calificados
pero sin empleo.
Y algo que preocupa es que la oferta de trabajo se concentra
en carreras que no tienen relación con la investigación científica (Ver
Gráfica 2)
Fuente: Secretaria del Trabajo y Previsión
Social (STPS)
Al observar la gráfica, se observa que las carreras de
físico-matemáticas y ciencias biológicas son las de menor atractivo.
Y al no haber oferta de puestos de trabajo calificados,
muchos optan por incorporarse la economía informal, aquella que no paga impuestos
como tampoco cuotas a los institutos de seguridad social, lo que tiene un alto
costo social y tiene un impacto en los niveles de productividad.
Según cifras del Instituto Nacional de Geografía e
Informática (INEGI), en la informalidad actualmente laboran 29.2 millones de
personas.
Los beneficios de tener una elevada productividad los podemos
observar en los avances que ha tenido China y que hoy la convierten en
protagonista en el escenario mundial.
Dicen bien en señalar que elevar la productividad es un reto.
Sin duda lo es, pero el camino apenas
empieza y es necesario para dejar de tener un crecimiento que no satisface a
nadie.
Y si deseamos aumentar nuestros niveles de productividad en
los próximos años tenemos que comenzar por poner orden a los factores de la
producción y exigirles que cada quién realice su tarea de la mejor manera
posible. Ese es nuestro pendiente desde hace muchos años.
Ajuste de expectativas
Unos dicen que es la maldición del primer año de gobierno,
otros que son los efectos de la severa crisis económica global.
Y para darse una idea hay que darle una revisada a las
páginas de la historia reciente de nuestro país.
Ernesto Zedillo inició su sexenio en medio de una
turbulencia financiera desatada por el “error de diciembre” que posteriormente llevó
a la economía a caer 6.1% en aquel doloroso 1995, su peor número en la historia.
A Vicente Fox le entregaron variables económicas
en color verde y tenía a su favor el bono de la transición ordenada para
iniciar cambios estructurales, pero no supo aprovechar los vientos a su favor porque
se vieron opacados por una recesión en la economía del vecino del norte y la
guerra contra el terrorismo.
Felipe Calderón inició su sexenio en medio de un
conflicto poselectoral que interrumpió su primer año de gobierno. Después se vino
la lucha contra el crimen organizado y la crisis financiera en los Estados
Unidos, efectos que todavía se dejan sentir.
Y ahora Enrique Peña Nieto que este fin de
semana cumplió seis meses de gobierno le toca vivir esa experiencia del primer
año.
Ya la Secretaría de Hacienda y Crédito Público (SHCP)
finalmente reconoció que su pronóstico de crecimiento de 3.5% era demasiado
ambicioso en un contexto de menor actividad economía mundial y ahora tiene una
proyección para el Producto Interno Bruto (PIB) de 3.1 por ciento.
Al mes de abril, la tasa desempleo se ubica en 5.04% y según
datos del INEGI la economía mexicana tiene 2.5 millones de personas sin un
puesto trabajo.
Y aunque diga Luis
Videgaray, Secretario de Hacienda que el retraso del gasto no explica el
bajo crecimiento, sí tiene su parte de culpa en la disminución de la actividad.
Por ejemplo, en el periodo enero a abril, el gasto público
registra una disminución de 7.1% en términos reales comparado con el mismo
Otro factor que también le inquieta a la población es el alza
de precios en los últimos meses.
Dice Don Agustín
Carstens, gobernador del Banco de
México (Banxico) que es de manera transitoria y que las expectativas de
largo de plazo se mantienen estables, señal por la cual no hay porque
preocuparse.
A la primera quincena del mes de mayo, la tasa de inflación se
ubica en 4.72%, arriba del rango establecido por Banxico y lejos de su meta de
3% que hasta hoy desde que se estableció no ha cumplido.
Y con cifras desestacionalizadas de la balanza comercial del
mes de abril, se observa que las exportaciones manufactureras, principal motor
de la economía, presentaron una caída de 4% respecto a marzo de este año,
principalmente afectadas por el sector automotriz, lo que nos dice que la desaceleración
de la demanda externa sigue su curso.
Por el lado financiero, la Balanza de Pagos del primer
trimestre nos dice que los extranjeros siguen comprando títulos de deuda del
gobierno federal, pero no a nivel de
tiempos pasados.
Así en el periodo de
enero a marzo, la inversión en cartera de los residentes en el exterior
acumularon activos por 9,339 millones de dólares en papel gubernamental, 31.5%
menos comparado con el mismo periodo de 2012.
Los extranjeros siguen llegando, pero también se dicen listos
para cualquier cambio en los rendimientos en el exterior.
La actual administración inicia los últimos seis meses de su
primer año que tendrá su parte más importante en el informe de gobierno de
septiembre próximo.
Lo que si hace una gran diferencia contra el primer año de
otros gobiernos es que ha creado expectativas y se han enviado señales positivas
que por diversas razones otras administraciones no realizaron.
Cierto, todavía hay pendientes sobre la mesa. Pero ojalá ese
activo que se tiene a favor no se desperdicie y quede sólo en buenos deseos.
E-mail: omarcancinoeco@gmail.com
Twitter: cancino_omar
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