Sea por lo que sea, a nosotros los mexicanos siempre nos
gusta echar las “campanas al vuelo”.
Las páginas financieras son un buen ejemplo de lo que lo que digo.
Tal vez, la falta de buenas noticias económicas; es lo que nos
hace tener ese comportamiento.
Escucho con fuerza los festejos por el reporte de inflación
que publico INEGI el viernes pasado.
La tasa anual general de inflación en julio se ubicó en
2.74%, nivel mínimo histórico y por
debajo del objetivo puntual de 3% que tiene Banco de México.
Recuerde que la meta de inflación del banco central es de 3
por ciento. Eso sí, con un intervalo de variabilidad de +/- un punto
porcentual.
Y los aplausos suben de tono porque pese a la turbulencia
cambiaria que se vive hoy en día se dice que no hay evidencia de una
“contaminación” en la formación de precios.
Precisamente eso se observa de momento en el reporte de inflación que nos entrega
INEGI, donde la tasa de inflación subyacente, aquella que elimina los bienes y
servicios cuyos precios son de alta volatilidad y que es muy seguida por el Banxico
para determinar la política monetaria.
Pues bien, a julio de 2015, la inflación subyacente también tiene
un nivel mínimo histórico- seguimos presumiendo- al ubicarse en 2.31 por
ciento.
Lo interesante es que dentro de la famosa inflación
subyacente está determinada por el subíndice de precios de mercancías y servicios.
Hoy más que nunca los analistas tienen puesto el ojo y
seguramente también lo tendrán los hombres del banco central en el
comportamiento del subíndice de precios de mercancías, en especial en las
mercancías no alimenticias.
En este componente es donde se observa a detalle el impacto
de la depreciación cambiaria.
En momentos donde el ajuste cambiario es mayor al 25% desde
mediados del año pasado, el comportamiento del subíndice de las mercancías no
alimenticias nos presenta una disminución de 0.2 por ciento.
Pero no todo es color de rosa. A tasa anual el subíndice de
mercancías no alimenticias se ubica en 2.64%, la cifra más alta en lo que va
del año.
Eso es por el lado del consumidor.
Pero qué historia nos
cuenta el Índice de Precios al Productor (INPP), una herramienta útil para
anticipar presiones inflacionarias que se verán reflejadas en el INPC.
La cúpula empresarial ha dejado ver su preocupación por el
alza del billete verde.
No olvide que los empresarios están pidiendo a gritos se
revise la reforma fiscal.
En el mes de julio, el INPP, excluyendo petróleo; registró un
alza mensual de 0.57% y una tasa anual de 3.31%, la más alta desde diciembre de
2014.
El índice de mercancías y servicios de bienes finales, es
otro indicador para observar el mecanismo de transmisión hacia los precios al
consumidor.
Este nos dice que en julio pasado registró un avance de 0.62%
y se colocó en 4.62%, la tasa más alta desde junio de 2012.
La industria manufacturera también reportó precios más altos,
donde se presentó un alza mensual de 0.61% y una tasa anual de 4.85%.
La autoridad monetaria celebra los datos de inflación, pero
muestra preocupación por los efectos que puede causar el ajuste cambiario.
Hacen bien en hacerlo.
Lo que es un hecho es que la debilidad económica ha sido un
factor importante en el comportamiento de los precios.
Tarde o temprano, el golpe al peso empezará a cobrar factura.
OJO al Dato. La economía de Estados Unidos crea en julio
215,000 nuevos puestos de trabajo. El mercado laboral sigue reportando buenos números. Lo sabe la FED.
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